Comienza a trabajar desde muy joven en talleres tipográficos, a los veinte años se desempeña como reportero y hacia el final del siglo es ya un fotógrafo establecido en la Ciudad de México.
En 1912, funda una agencia fotográfica que ostenta como lema la frase -Tengo o hago la foto que usted necesite-. Ofrece sus servicios a periódicos, revistas y al público en general. Incorpora a la agencia a su hermano Miguel y eventualmente a sus hijos y nietos, contrata durante años los servicios de otros fotógrafos profesionales, y se dedica a comprar fotos y placas que considera interesantes.
Consciente del poder de la imagen fotográfica, precisamente por su capacidad de registro, desde joven inivia un proyecto que jamás abandona y que sin duda se convierte en obsesión vital: formar un archivo fotográfico al servicio de la historia de México desde 1900 hasta 1940.
Hacia los años veinte, la vocación histórica del archivo Casasola es eviente, dando inicio a sus recurrentes ediciones. En la revista Rotográfico se publicaba regularmente una página completa con reportajes sobre temas del pasado: hechos políticos de importancia, estampas nostálgicas de la vida cotidiana, fiestas y actos sociales o religiosos. Desde entonces utilizaba sus fotografías ya no como noticias, sino como referencias del pasado.
Mujeres en un vagon.
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