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Pasó sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se trasladó a madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a pintor de cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros destinados a decorar las mansiones reales.
Su presencia en la corte le permitió estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad, como pinceladas rápidas y sueltas.
En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado, alcanzando un dominio extraordinario de la luz.
Para este autor tiene gran relevancia la escenografía y la vestimenta.
RETRATO DEL PAPA INOCENCIO X (1650)
LA RENDICION DE BRENDA (1634)
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