domingo, 16 de noviembre de 2014

Jugando con nuestra vista en la pintura - Manet

Para su último gran trabajo trabajo, el artista, ya seriamente enfermo escogió un tema que era "poético y maravilloso": el reflejo de un bar en el palacio de diversiones mas famoso de Europa. Este, con sus brillantes luces y bellas mujeres, el templo de la "joie de vivre" parisina y el lugar predilecto de Manet, el cual dos años antes de morir, completó el cuadro (96 x 130 cm) que ahora se halla en el Courtauld Institute, en Londres.

En la obra de -Un bar de folies Bergere, el espejo ilumina lo que de otra manera hubiera permanecido invisible: la camarera, aunque aparentemente sola, es objeto de las lascivas proposiciones de un caballero. El hombre del sombrero de copa es uno más de los incontables dandys, "boulevardiers" y playboys: al igual que las seductoras parisinas, es un estereotípico habitante de la vida nocturna parisina.
El cuadro proporciona al espectador la extraña sensación de ser parte de la escena: como si, en la imagen del dandy reflejado por el espejo de las Folies Bergère, estuviera viéndose a sí mismo. Es una ilusión óptica y la marca de un genio: Manet desprecia a propósito las reglas de la óptica y de la perspectiva, y pinta el espejo tras el mostrador como si estuviera colgando oblicuamente con el plano del cuadro. Sin embargo, esta impresión es simultáneamente refutada por el hecho de que el marco del espejo corre paralelo con el mostrador de mármol.
La imagen frontal de Suzon (muchacha) hubiera excluído normalmente cualquier reflejo de su espalda, y el cliente únicamente hubiera sido visible si hubiera estado entre el bar y el espectador.
El espejo posterior ocupa más de la mitad del lienzo; aparte de la real, viva, figura de Suzon, prácticamente todo es irreal, reflejo e ilusión - un símbolo apropiado de la vida nocturna y de sus variados artificios.




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